LICENCIATURA 2004
Discurso de M. Pierre Rouquairol
Discurso de M. Pierre Rouquairol
La comprensión del otro
« Ce n’est être bon a rien de n’être bon qu’a soi » (Voltaire)
Comprender, no es sentir, experimentar (fenómeno de simpatía o de antipatía). La comprensión supone la inteligencia, la reflexión, el análisis. El otro no es un objeto como los otros, su comprensión es problemática ya que comprendiéndolo es que uno se comprende a sí mismo. El otro no es un animal, ni una piedra, ni una idea. El otro representa otra conciencia, otro yo mismo. Es “ese yo que yo no soy” (Levitas). Entonces, hay una paradoja: el otro es yo mismo, como este es otro que vive como yo mismo.
En este tiempo de Internet y celulares, les propongo reflexionar más allá de la comunicación y de sus técnicas siempre más sofisticadas. ¿Estar “conectado” con el otro, es acaso comprenderlo? Todos tenemos necesidad del resto, vivimos en sociedad, pero a menudo estos son inaccesibles, o bien nosotros los utilizamos para nuestro provecho, o pensamos sólo en nosotros mismos negando el hecho de que hay otras personas y que estas son diferentes. El problema planteado no es tan sólo el de la comprensión intelectual del otro, ya que éste no es un objeto de conocimiento como un problema de matemáticas o un texto de español: la comprensión del otro supone un reconocimiento. Una comunicación a través de signos, en fin, un respeto de su libertad.
El hombre, espontáneamente, tiene una relación instrumental con el mundo. Nosotros nos valemos de las cosas, consideramos el mundo como un conjunto de herramientas a nuestra disposición. A menudo, comenzamos por tratar al otro como una ventaja o un inconveniente, según nuestras propias necesidades. ¿El bebé, el niño “comprende” a sus padres? No, el bebé se beneficia del amor de ellos y de su protección. Este sería incapaz de comprender que sus padres también, un día, fueron niños! Imaginar que el otro es la primera etapa hacia comprensión de uno mismo: hay que dejar atrás el egocentrismo natural de la conciencia y de los instintos. El primer acercamiento con el otro pasa por una simpatía hacia él, es decir, su reconocimiento como un ser sensible, de una sensibilidad igual a la de uno.
Lo que nosotros experimentamos es siempre diferente y difícil de comunicar, pero puedo comprender que el otro es sensible: esto me prohíbe el odio o la negación de la humanidad del otro. La compasión, la piedad, la simpatía son, a menudo, sentimientos que hacen existir al prójimo para nosotros: pero ¿ es comprender verdaderamente al prójimo? Sería confundir fusión y comprensión: amar a alguien no es comprender. Es, a menudo, proyectar mis necesidades en él. No es en una multitud que uno se siente más comprendido!
El prójimo es otro. Para comprender al otro, no basta sentirlo idéntico a uno mismo, es también necesario comprender en qué no es igual a uno. Puedo ayudarme de lo que los otros dicen o significan, pero el otro no se reduce a algunas frases, gestos o actos. Cada vez, la interioridad del otro se manifiesta en la exterioridad, pero uno debe resistir a la tentación de imponer al otro la comprensión que tengo de él.
Comprender los motivos de un criminal, no es ni disculparlo, ni convertirlo en una máquina. Es comprender la irracionalidad del otro, que debe estar prevista y considerada por la política. El hombre es un animal político, según Aristóteles. El hombre vive en y por el reconocimiento de los otros. Este reconocimiento, esta comprensión de las necesidades de todo hombre, pasa por leyes y un contrato social. La vida en sociedad supone el reconocimiento de las necesidades, pero también de una libertad infinita del otro que exige respeto. La sociedad democrática debe, a veces, forzar al individuo a ser libre, pero también comprender que la libertad del otro es irreducible.
Es, eso espero, la lección que ustedes retendrán de estos años vividos en el Lycée. Les deseo a todos mucho éxito en vuestras vidas de estudiantes y profesionales, et bon vent comme disent les marin .
Pierre ROUQUAIROL
Proviseur
« Ce n’est être bon a rien de n’être bon qu’a soi » (Voltaire)
Comprender, no es sentir, experimentar (fenómeno de simpatía o de antipatía). La comprensión supone la inteligencia, la reflexión, el análisis. El otro no es un objeto como los otros, su comprensión es problemática ya que comprendiéndolo es que uno se comprende a sí mismo. El otro no es un animal, ni una piedra, ni una idea. El otro representa otra conciencia, otro yo mismo. Es “ese yo que yo no soy” (Levitas). Entonces, hay una paradoja: el otro es yo mismo, como este es otro que vive como yo mismo.
En este tiempo de Internet y celulares, les propongo reflexionar más allá de la comunicación y de sus técnicas siempre más sofisticadas. ¿Estar “conectado” con el otro, es acaso comprenderlo? Todos tenemos necesidad del resto, vivimos en sociedad, pero a menudo estos son inaccesibles, o bien nosotros los utilizamos para nuestro provecho, o pensamos sólo en nosotros mismos negando el hecho de que hay otras personas y que estas son diferentes. El problema planteado no es tan sólo el de la comprensión intelectual del otro, ya que éste no es un objeto de conocimiento como un problema de matemáticas o un texto de español: la comprensión del otro supone un reconocimiento. Una comunicación a través de signos, en fin, un respeto de su libertad.
El hombre, espontáneamente, tiene una relación instrumental con el mundo. Nosotros nos valemos de las cosas, consideramos el mundo como un conjunto de herramientas a nuestra disposición. A menudo, comenzamos por tratar al otro como una ventaja o un inconveniente, según nuestras propias necesidades. ¿El bebé, el niño “comprende” a sus padres? No, el bebé se beneficia del amor de ellos y de su protección. Este sería incapaz de comprender que sus padres también, un día, fueron niños! Imaginar que el otro es la primera etapa hacia comprensión de uno mismo: hay que dejar atrás el egocentrismo natural de la conciencia y de los instintos. El primer acercamiento con el otro pasa por una simpatía hacia él, es decir, su reconocimiento como un ser sensible, de una sensibilidad igual a la de uno.
Lo que nosotros experimentamos es siempre diferente y difícil de comunicar, pero puedo comprender que el otro es sensible: esto me prohíbe el odio o la negación de la humanidad del otro. La compasión, la piedad, la simpatía son, a menudo, sentimientos que hacen existir al prójimo para nosotros: pero ¿ es comprender verdaderamente al prójimo? Sería confundir fusión y comprensión: amar a alguien no es comprender. Es, a menudo, proyectar mis necesidades en él. No es en una multitud que uno se siente más comprendido!
El prójimo es otro. Para comprender al otro, no basta sentirlo idéntico a uno mismo, es también necesario comprender en qué no es igual a uno. Puedo ayudarme de lo que los otros dicen o significan, pero el otro no se reduce a algunas frases, gestos o actos. Cada vez, la interioridad del otro se manifiesta en la exterioridad, pero uno debe resistir a la tentación de imponer al otro la comprensión que tengo de él.
Comprender los motivos de un criminal, no es ni disculparlo, ni convertirlo en una máquina. Es comprender la irracionalidad del otro, que debe estar prevista y considerada por la política. El hombre es un animal político, según Aristóteles. El hombre vive en y por el reconocimiento de los otros. Este reconocimiento, esta comprensión de las necesidades de todo hombre, pasa por leyes y un contrato social. La vida en sociedad supone el reconocimiento de las necesidades, pero también de una libertad infinita del otro que exige respeto. La sociedad democrática debe, a veces, forzar al individuo a ser libre, pero también comprender que la libertad del otro es irreducible.
Es, eso espero, la lección que ustedes retendrán de estos años vividos en el Lycée. Les deseo a todos mucho éxito en vuestras vidas de estudiantes y profesionales, et bon vent comme disent les marin .
Pierre ROUQUAIROL
Proviseur